Benjamín Araya Ariztía (Santiago 1986) es un artista visual que revisa uno de los grandes relato caídos de la posmodernidad llamado "cristianismo" para ir a sus bases primitivas, experimentarlo espiritual y personalmente, y desde ahí hacer una grafica muy narrativa y figurativa, con todos los riesgos de aceptación artística que eso pueda conllevar. Así, con una suerte de nuevo entusiasmo, desde distintos frentes como pintura y/o video, se hace cargo de la absurda paradoja "no hay verdad absoluta" para encontrarla en lo sencillo y pequeño, tanto en lo científico (lo último) como en lo social (los últimos). Científicamente hablando, son las partículas subatómicas que gritan la verdad como un nuevo relato para el siglo XXI, y socialmente hablando, son los últimos, y no los sabios, donde habitaría el Mesías escondido, exigiendo (mas desde abajo hacia arriba, que al revés) nuevas estructuras políticas para el desarrollo pleno del ser humano, antes de un pronto fin de la humanidad.

La enorme tensión entre anunciar sus ideas científicas y socio-espirituales, y hacerlo en el poco tiempo de vida que nos podría quedar en la tierra, lo harían privilegiar el mensaje y abandonar el exceso de tecnicismos académicos en las artes. Por eso prefiere crear con pasión, urgencia, sentido e incluso humor. Su arte es muy hijo del siglo XXI en cuanto a que no ve mucha esperanza en un futuro terrenal, sin embargo es todo lo contrario a un arte pesimista, pues el alma viviría eternamente y los últimos esfuerzos de la humanidad dentro de un planeta en crisis, deben estar orientados a hacer -urgentemente- una sociedad más justa, pues Jesús sería y estaría (es y está) cada ser humano, con especial énfasis en los que están viviendo las urgencias más incómodas que conlleva estar encarnado en el espacio-tiempo (hambre, frio, etc), así como también cualquier experiencia humana en lo secreto. Esa emoción-secreta, de haber encontrado una joya en lo profundo del barro, es lo que quiere expresar. El espectador evaluará si lo consigue o no, y para eso se perfecciona como artista. 

En su Pintura es el gesto expresivo, el color y temáticas sociales cruzadas por experiencias espirituales, siempre figurativo y con una evidente iconografía propia del folclor latinoamericano. Sus cortometrajes transitan entre cristianismo, justicia social y surrealismo, auto gestionados y caseros, (hermanos de sangre de su pintura). Y por último, desde la vertiente más racional, revisa la física cuántica, con lo que propone una hipótesis poética y científica, independiente de su pintura, pero que no se contradicen.

© 2016 Álvaro Palacios. P° de la Castellana 79, Madrid, 28046
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